LA TOLERANCIA

Hector Gamin Contreras

          Aspecto importante de la Tolerancia y la Unidad

Es muy común confundir el diálogo con imágenes tales como unidad, armonía o inexistencia de conflicto. Aunque en cierta manera es válida, la conocida expresión “unidad en la diversidad” puede resultar peligrosa. ¿Por qué? Porque se puede caer en una comprensión carente de tensiones, conflictos y litigios, elementos ellos tan necesarios para que dicha realidad no se transforme en una masa homogénea y uniforme que, en su definición particular (no olvidemos esto: la “unidad” siempre se construye desde un lugar y definición específicos; no es una realidad amorfa y sin nombre), termina, al fin y al cabo, excluyendo (y no dialogando con) lo diferente.

Esta comprensión del diálogo puede reproducir un dualismo con efectos contrarios a lo que pretende: por un lado, los que buscan un espacio sin confrontaciones, y por otro, los que buscan el enfrentamiento. Estos últimos, por ende, son tildados de opositores al diálogo. De esta manera, olvidamos que ideas como unidad, armonía, orden, son también definidas desde posicionamientos concretos (y por ende excluyentes), los cuales también necesitan ser discutidos, debatidos; en otras palabras, ubicados en un espacio de confrontación que los cuestione, los desabsolutice, los deconstruya.

Un diálogo que busque equidad, intercambio de ideas, construcción conjunta, debe representar precisamente un espacio de sano conflicto donde todas las posiciones sean relativizadas, y por ende puestas en discusión. Por esto mismo, diálogo significa desacuerdo, tensión, confrontación. La falta de conflicto en un espacio dialogal llevará a que “lo unitario” sea precisamente eso: lo Uno que se define desde una perspectiva particular (representativa de algunos pocos y determinados actores), que termina excluyendo y negando a “los otros”, condenando lo distinto y enarbolando una Verdad Absoluta, con la cual no se dialoga, solo se acepta.

Cuidémonos de que el romanticismo de la unidad, el deseo de la armonía y la condena a “los pendencieros” no sea una buena excusa para embellecer la intolerancia y para entronar una mirada -mi mirada- por encima de los demás.

Fuente: Nicolas Panotto

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